TGLLL Consultoria Learn Lean Logistic & Manufacturing
Responsabilidad
corporativa en la
gestión de la cadena de suministro
Es frecuente referirse a la
responsabilidad corporativa (esto es, la inclusión de normas éticas en la
actividad empresarial) con el nombre de triple
cuenta de resultados, ya que engloba elementos sociales, medioambientales y
financieros (plantilla de empleados, protección de la naturaleza y beneficios).
Categorizada dentro de las
mejores prácticas corporativas, la responsabilidad
corporativa analiza los efectos que la actuación de la empresa ejerce sobre
la naturaleza, sobre las personas (empleados, proveedores, clientes) y, en
general, sobre la población mundial, e implica la aceptación de plenas
responsabilidades bajo el ojo vigilante de los medios de comunicación de todo
el mundo (o eso queremos creer).
Una responsabilidad
corporativa acertada
impulsa la imagen de la marca.
La empresa debe rendir
cuentas no sólo ante los accionistas, sino ante la sociedad en general, al
tiempo que criterios como la transparencia, la trazabilidad y la sostenibilidad
ocupan un lugar destacado en los informes de responsabilidad corporativa.
Se trata de una tendencia
que ha cobrado una importancia creciente durante los últimos años, en los que
la opinión pública ha tenido conocimiento de hechos tan deplorables como el
incendio de la fábrica de Bangladesh, los talleres de Asia donde se practica la
explotación laboral, o el trabajo infantil.
Estas graves lacras despiertan una
reacción negativa de los clientes, los medios de comunicación e, incluso, los
mercados de valores.
Es por eso que expresiones
como “comercio justo”, “ecológico” o “trabajo digno” han proliferado últimamente en el packaging de los
productos y en los materiales de marketing.
Puesto que la
responsabilidad corporativa afecta a todos los grupos de interés, también
incorpora la ética de los proveedores a las prácticas de la empresa, lo que
quiere decir que los profesionales de Compras deben tener en cuenta, y
equilibrar, todos los aspectos sociales y ecológicos de la gestión de los
proveedores, así como la asistencia y la relación calidad-precio de los
productos o servicios adquiridos.
Debido a la globalización,
ese objetivo debe materializarse a escala mundial.
Para que la actuación en el
ámbito de las Compras sea responsable, debe tener muy presentes y vigilar los
elementos siguientes:
•Impacto medioambiental: Las empresas van a tener que vigilar la
manera en que la elaboración de los productos, la logística y el transporte de los
mismos, afectan al medio ambiente.
Esa vigilancia cobra mayor importancia en
determinadas actividades (producción industrial, agricultura, minería,
productos químicos...) o sectores (alimentación, energía, farmacéutico...).
Es preciso medir la huella
de carbono de los proveedores y observar la estrategia de
responsabilidad corporativa del comprador en cuestiones como las emisiones de gases con efecto
invernadero, el consumo energético y
de agua, o la gestión de residuos
(aumento del reciclado de residuos, reducción de residuos peligrosos).
La protección de la
biodiversidad y el fomento de la sostenibilidad revisten una gran importancia
para los países en vías de desarrollo, en los que las directrices
medioambientales pueden no ser tan estrictas como en Europa.
Se trata de una
cuestión que ha saltado a la palestra, por ejemplo, con el aceite de palma y el
problema de la deforestación del sureste asiático. Algunas marcas han tenido
que enfrentarse a las llamadas al boicot de sus productos y al desarrollo de
una imagen negativa.
• Impacto social y humano: Para evitar la explotación y proteger los
derechos humanos, así como la seguridad y la higiene en el lugar de trabajo, la
responsabilidad corporativa debe garantizar el cumplimiento la normativa local
por lo que respecta a la jornada laboral fijada por ley, la edad mínima para
trabajar, salario justo, y salud y seguridad.
Además, la empresa y sus
proveedores deben velar por la igualdad de oportunidades y por la diversidad en
su plantilla de empleados, garantizando que no se produzca discriminación por
motivo de raza, género, religión, orientación sexual, discapacidad o edad. En
algunos casos, puede ser necesario aplicar una cierta discriminación positiva.
• Impacto Financiero: Si bien los beneficios siguen siendo el objetivo
último, la participación en actos benéficos y de recogida de fondos se ha
convertido en una actuación fundamental de la conducta ética de la empresa. Por
ello, en la elección de proveedores también puede valorarse el compromiso
económico con las causas humanitarias, benéficas o sociales.
Otra forma de colaboración
financiera pueden ser las becas, la concesión de ayudas o las prácticas
profesionales, así como el patrocinio o el voluntariado en beneficio de la
sociedad en general.
A través de la implantación
de una estrategia de responsabilidad corporativa, el comportamiento de la
empresa con la sociedad pasa a ser un comportamiento propio de un buen
ciudadano, convirtiéndose la empresa en un modelo
de conducta empresarial.
La responsabilidad
corporativa en la gestión de la cadena de suministro es algo que hay que dar a
conocer y propiciar entre los empleados, accionistas, clientes, proveedores y
organismos públicos a fin de beneficiar tanto la imagen de la marca como la
imagen de la empresa.
• Impacto social y humano: Para evitar la explotación y proteger los
derechos humanos, así como la seguridad y la higiene en el lugar de trabajo, la
responsabilidad corporativa debe garantizar el cumplimiento la normativa local
por lo que respecta a la jornada laboral fijada por ley, la edad mínima para
trabajar, salario justo, y salud y seguridad.
Además, la empresa y sus
proveedores deben velar por la igualdad de oportunidades y por la diversidad en
su plantilla de empleados, garantizando que no se produzca discriminación por
motivo de raza, género, religión, orientación sexual, discapacidad o edad. En
algunos casos, puede ser necesario aplicar una cierta discriminación positiva.
• Impacto Financiero: Si bien los beneficios siguen siendo el objetivo
último, la participación en actos benéficos y de recogida de fondos se ha
convertido en una actuación fundamental de la conducta ética de la empresa. Por
ello, en la elección de proveedores también puede valorarse el compromiso
económico con las causas humanitarias, benéficas o sociales.
Otra forma de colaboración
financiera pueden ser las becas, la concesión de ayudas o las prácticas
profesionales, así como el patrocinio o el voluntariado en beneficio de la
sociedad en general.
A través de la implantación
de una estrategia de responsabilidad corporativa, el comportamiento de la
empresa con la sociedad pasa a ser un comportamiento propio de un buen
ciudadano, convirtiéndose la empresa en un modelo
de conducta empresarial.
La responsabilidad
corporativa en la gestión de la cadena de suministro es algo que hay que dar a
conocer y propiciar entre los empleados, accionistas, clientes, proveedores y
organismos públicos a fin de beneficiar tanto la imagen de la marca como la
imagen de la empresa.
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